jueves, 11 de enero de 2018

RESEÑAS ENERO 2018


Rosalie Blum (2015). Un treintañero de vida aburrida y solitaria comienza a espiar a una mujer mayor sin motivo aparente. Al darse cuenta de ello, la intrigada señora le pide a su sobrina que averigüe la identidad del desconocido... Basculando entre el drama, el suspense y la comedia, Julien Rappeneau firma una admirable ópera prima. Pueden objetársele algunas incohencias en el punto de vista, pero rebosa encanto en el trazo de  personajes y destila humor corrosivo en el retrato de esa Francia provinciana que parece suspendida en el tiempo. La película crece en interés a medida que avanzan los minutos y acaba resultando conmovedora. **** (1-1-2018)

Dunkerque
(Dunkirk, 2017). Christopher Nolan recrea uno de los episodios menos recordados de la Segunda Guerra Mundial: la evacuación de miles de soldados aliados acorralados por los nazis en las playas de Dunkerque. Una película bélica donde la épica está ausente y prevalece el instinto de supervivencia. Realista y con un ritmo digno de final olímpica de 100 metros sostenido durante casi dos horas de proyección. El montaje paralelo de los tres escenarios de la acción -la playa, el mar, el cielo- y la opresiva música de Hans Zimmer sitúan al espectador ante el verdadero escenario del horror. Pocas películas de guerra han sabido penetrar con tanta intensidad en el miedo de los soldados a la muerte, en la desesperación que se apodera de ellos cuando todo parece perdido (una escena ejemplar: tres soldados contemplan inmutables desde la playa cómo un compañero se adentra en el océano para quitarse la vida). Militares y civiles protagonizan una historia coral que jamás muestra el rostro del enemigo, tan solo su ominosa presencia. **** (1-1-2018)


Déjame salir (Get Out, 2017). Fluctúa entre la comedia negra, un suspense muy hitchcockiano y el más puro cine de terror, todo servido en magistral equilibrio por un director debutante, el afroamericano Jordan Peele. El racismo, tanto el que se ve como el imperceptible, es la cuestión de fondo de esta satírica pero profunda reflexión sobre un prejuicio que pervive, no siempre soterrado, en la sociedad actual. Déjame salir puede verse como una película claramente política, como una cinta de género capaz de invocar al mito del elixir de la vida o como una versión salvaje de Adivina quién viene esta noche o Los padres de la novia. Magníficas interpretaciones y un decorado imposible de olvidar: esa mansión de apariencia impoluta cuyo sotano esconde el laboratorio del Doctor Frankenstein. Una de las grandes sorpresas del año. ****1/2 (3-1-2019)

El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950). Un clásico incontestable. Billy Wilder introduce su fino bisturí en las entrañas del viejo Hollywood para exhibir a sus viejos ídolos convertidos en monstruos, máscaras de cartón más propias de un museo del horror que de la vida real. Para mayor veracidad del conjunto, Gloria Swanson y Erich von Stroheim, actriz y director caídos en desgracia cuando el cine aprendió a hablar, se intrepretan a sí mismos y un guionista en paro (William Holden) es el patético testigo de su tediosa vida en las sombras, de su grotesca fantasía de volver del olvido. Memorable de principio a fin, le valió a su autor no pocas críticas por haber desnudado la industria del cine sacando sus cadáveres a la superficie. ***** (3-1-2018)

Permanent Vacation (1982). Ópera prima de Jim Jarmusch, una película casi amateur que puede verse por simple curiosidad, como una especie de declaración de intenciones, pues parece un boceto de toda su obra posterior: personajes a la deriva, conversaciones aparentemente banales, ambientes sórdidos y una sensación de constante improvisación. A su manera, Jarmusch rinde homenajes a la música jazz, al director Nicholas Ray y a la ciudad de Nueva York. ** (4-1-1982)

Demonios tus ojos (2017). Hay que reconocer la osadía de la propuesta: del voyeurismo enfermizo al incesto entre hermanos. Pablo Aguilera no se detiene ante nada, coqueteando con situaciones morbosas en una película tan interesante como llena de agujeros. Erotismo, suspense y drama sustentado por dos personajes turbadores, uno perverso (Julio Perillán) y otro inocente (Ivana Baquero) inmersos en una relación necesariamente destructiva. *** (4-1-2017)

El pueblo de los malditos
(Village of the damned, 1960). Una soleada mañana, todos los habitantes de un pueblecito de la campiña inglesa caen desmayados. Al recuperar la consciencia, se descubre que las mujeres, incluso aquellas que nunca habían mantenido relaciones sexuales, están embarazadas y ¡seis meses después! dan a luz a unos niños rubios de idénticas y sorprendentes facultades... Este pequeño clásico de la ciencia ficción británica, sin apenas efectos especiales, tiene al menos dos virtudes: la sobriedad de su puesta en escena y la perfecta graduación del misterio especialmente durante su primera parte. Dirigida por Wolf Rilla a partir de una conocida novela de John Wyndham. *** (4-1-2017)


Oslo, 31 de agosto (Oslo, 31. August, 2011). Últimas horas de la vida de un suicida. Joachim Trier adapta la novela de Drieu La Rochelle llevada al cine por Louis Malle en 1963 con su título original, El fuego fatuo. El protagonista, interpretado por Anders Danielsen Lie, es un joven de buena familia que, tras pasar un tiempo en un centro de desintoxicación para drogadictos, vuelve a las calles para una entrevista de trabajo, secuencia que marcará un punto de inflexión en su regreso a los infiernos. Más fría y distante que la película de Malle, sigue una pauta similar al mostrar sus encuentros con diversos personajes antes de comprender su vacío existencial. No resulta fácil sentir compasión por tan desesperado personaje, alguien cuya vida en algún momento se torció, circunstancia que ni él mismo puede explicar. *** (5-1-2017)

Sicario (2015). La historia de una gran operación de la CIA contra los capos del narcotráfico mejicano. Una brillante película de acción, tan ambiciosa, digresiva y magnética como cabía esperar en Denis Villeneuve, pero también con esa tendencia al embrollo narrativo que lastra buena parte de su cine. Desde el comienzo, el espectador se identifica con el punto de vista de la agente (Emily Blunt) empeñada en actuar conforme a las reglas, pero en el último tercio y tras confirmarse ridículo su papel en la misión -la pobre parece siempre la última en enterarse de todo- es el mercenario y asesino sin escrúpulos (Benicio del Toro) quien guía nuestra mirada en un nuevo intento de justicar los medios, por inmorales que sean, si el fin lo merece. Y sobre este asunto habría mucho que hablar. *** (6-1-2017)

Lou (2010). Modesta y apreciable película australiana, la única hasta la fecha dirigida por Belinda Chayko. Narra un verano en las vidas de una joven madre y sus tres hijas después de que el padre las haya abandonado y deban hacerse cargo del abuelo (John Hurt), enfermo de Alzheimer. Retrata con naturalidad el mundo infantil y toma el punto de vista de la la rebelde y sensible preadolescente (Lily Bell Tindley). Abuelo y nieta comparten la misma sensación de desamparo y surge entre ambos una curiosa relación: él la confunde con la esposa que le abandonó; y ella, que nunca ha salido del pequeño pueblo cercano a la costa donde vive, se siente atraída por sus historias de viejo lobo de mar. Película luminosa llevada por los buenos sentimientos que nunca llega a caer en el empalago. ***1/2 (6-1-2017)

La invención de Hugo (Hugo, 2011). Una verdadera declaración de amor al cine y lo más parecido a un cuento que haya filmado nunca Martin Scorsese. Le sobran minutos y la comedia -representada por el vigilante botarate de la estación de tren- funciona solo regular, pero cuando la película se centra en los niños y la trama avanza hacia el descubrimiento de ese apasionante personaje que fue el pionero del cine George Mélies (Ben Kingsley) adquiere un encanto irresistible. Basada en el libro ilustrado de Brian Selznick y filmada en 3D. **** (7-1-2017)

Driver (1978). Estilizado y sintético thriller, con aires de western urbano, dirigido por un Water Hill en plena forma. El protagonista, conocido simplemente como cowboy (Ryan O'Neal), es un solitario as del volante que asegura la huida de los atracadores de bancos de la ciudad, al tiempo que se convierte en la pesadilla y obsesión del jefe de policia (Bruce Dern). Ambos, de hecho, parecen jugar al gato y el ratón durante toda la película. Inolvidable por sus persecuciones automovilísticas y, en particular, por una secuencia alucinante en el interior de un garage. Mejor dirigida que escrita, inspiró la no menos notable Drive (2011) de Nicolas Winding Refn. **** (8-1-2017)

Impacto (Blow Out, 1981). Brian de Palma cita a Antonioni (Blow Up, 1966) al narrar la historia de un técnico de cine testigo de un asesinato mientras capta sonidos para su película, pero por su atmósfera esotérica y desquiciado argumento recuerda más a los primeros giallos de otro italiano, Dario Argento. Travolta hace lo que puede para sacarse de encima al personaje de Tony Camonte (Fiebre del sábado noche) y Pino Donaggio compone una acaramelada banda sonora. ** (9-1-2017)

Calle Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane). ¿Una versión macarra del cuento de Hansel y Grentel o una vuelta de tuerca a La guerra de los mundos tal como la percibiríamos desde un refugio antinuclear?. El espectador nunca sabe a qué atenerse y la protagonista (Mary Elizabeth Winstead) todavía menos en esta curiosa ópera prima de Dan Trachtenberg. John Goodman se lo pasa en grande en un papel que recuerda mucho al de Barton Fink y el suspense está garantizado a pesar del reducido escenario y de una media hora final que apunta al delirio. *** (9-1-2017)

Asesinato en Suburbia (Crime and Punishment in Suburbia, 2000). Aunque los protagonistas son adolescentes, ésta es una película para adultos. Un áspero drama sobre relaciones conflictivas -entre parejas, entre padres e hijos- destinado a un final catártico. La voz en over del personaje secundario que conduce la historia y su división interna en capítulos -como si de una novela se tratase- sirven de gélido contrapunto a la violencia de los hechos mostrados. Al final, se impone el misticismo como antídoto contra una sociedad enferma. *** (10-1-2017)


Georgia (Four friends, 1981). Infravalorada y maravillosa película de Arthur Penn basada en un guion parcialmente autobiográfico de Steve Tesich. Relata dos décadas en la vida de Danilo (Craig Wesson), hijo -como Tesich- de emigrantes yugoslavos que fueron a Estados Unidos en busca de una vida mejor. La Guerra de Vietnam, la contracultura de los años 60 y la llegada del hombre a la luna sirven de telón de fondo al tránsito de Danilo y sus tres amigos -Georgia, Tom y David- desde la adolescencia a la madurez. Es difícil encontrar en una película tantos contrastes, tantos fogonazos de emoción alternados con brotes de violencia, tantos cambios de tono bruscos e inesperados dentro incluso de una misma secuencia. Y la relación de Danilo con Estados Unidos, el país al que llegó siendo niño, es tan contradictoria como su relación con Georgia, la chica a la ama desde el colegio, aunque sea paradójicamente Tom quien se acueste con ella y David quien la lleve al altar. Dulce y sensible, pero también inestable y bohemia, Georgia es para Danilo un sueño tan inconquistable como el sueño de América, ese país que planta su bandera en la luna al tiempo que ve arder esa misma bandera durante manifestación en contra de la guerra. Las relaciones con los padres no son mucho mejores. El de Danilo es un hombre severo que jamás sonríe y el de su prometida es un siniestro millonario que prefiere matar a su hija antes que entregársela a otro hombre. Y todo ello punteado por una serie de gestos que se repiten y por un leit motiv musical -la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak- que vuelve una y otra vez sobre los personajes para recordarnos que lo único verdaderamente eterno es la amistad, tal como insinúa el título original de la película y sublima la escena final en playa ***** (15-1-2018)

Imitación a la vida (Imitation of life, 1959). Uno de los grandes melodramas de la historia del cine, testamento fílmico del maestro del género Douglas Sirk. Aborda el problema racial desde distintos puntos de vista y Juanita Moore brinda la interpretación de su vida como la bondadosa criada de una actriz (Lana Turner) y sufridora madre de una bailarina que reniega de su origen mestizo (Susan Kohner). La confirmación de que a la emoción se llega siempre por el camino de la elegancia. Inolvidable secuencia final. ****1/2 (17-1-2018)

El protegido (Umbreakable, 2000). M Night Shyamalan intentado repetir el truco de El sexto sentido con los mismos ingredientes: estrambótico guion, atmósfera sugestiva y Bruce Willis haciéndose pasar por buen actor. Más incomprensible es la elección del fornido Samuel L. Jackson en un papel que habría bordado Steve Buscemi con su cuerpo liviano y rostro enfermizo. A pesar de la intriga inicial, el interés va decayendo progesivamente sin que los estudiados efectos narrativos puedan evitarlo. ** (18-1-2018)


La llegada (Arrival, 2017). Ciencia ficción adulta con extraterrestes pacíficos en la línea del Klaatu de Ultimatum a la tierra (1954) llegando en platillo volante a nuestro planeta. Película interesante pero sobrevalorada, como casi todas las de Denis Villeneuve. Los militares son tan desconfiados como cabía esperar y la heroína (Amy Adams) es una lingüista que parece dotada de superpoderes para comunicarse con los alienígenas. Constata lo que sospechábamos: que la Tierra no necesitará armas de destrucción masiva sino a los mejores interprétes imaginables cuando seres de otros mundos vengan a visitarnos o a conquistarnos. Curiosamente, el argumento mesiánico recuerda a ciertos trabajos de Steven Spielberg en el género (Encuentros en la tercera fase y E.T). *** 19-1-2018


Persiguiendo a Amy (Chasing Amy, 1997). Un dibujante de cómics (Ben Affleck) se enamora de una chica lesbiana (Joey Lauren Adams) ante el cabreo de su mejor amigo (Jason Lee). Buenas dosis de comedia ácida, drama romántico y retrato sociológico, hábilmente agitadas por ese coctelero macarra llamado Kevin Smith en su película de mayor éxito. Resulta algo forzada, pero supera clichés y deja cierto poso. *** 21-1-2018


Desconexión (Disconnect, 2012). Una película absorbente sobre cómo Internet ha cambiado la manera que tenemos de relacionarnos, ya sea con nuestras familias, con los amigos o con los extraños. Diferentes historias -a la manera de Vidas Cruzadas o Magnolia, por citar dos títulos seminales del cine moderno- se entrecruzan para dibujar el mapa del mundo en que vivimos, un mundo fagocitado por las nuevas tecnologías y, por ende, nada tranquilizador. Dirigida con excelente pulso narrativo por el casi desconocido Henry Alex Rubin. **** 22-1-2018


Archipelago (2010). Explora las relaciones de una familia británica durante unas cortas vacaciones en una pequeña isla cercana a Sicilia. Relaciones impregnadas por un clima cambiante: tras una fase de calma inicial (buenos días, paseo en bicicleta, almuerzo en la playa, buenas noches) el cielo se cubre de nubes y el viento comienza a silbar. Las olas del mar se estrellan contra las rocas y presagiamos la tormenta que se avecina sobre la isla y sobre las pocas personas que la habitan (la madre conciliadora, los dos hijos tan distintos entre sí, el padre solo presente al otro lado del teléfono, el amigo artista y la cocinera que todo lo intuye). Como sucedía en las películas de Antonioni, casi todos los planos duran cinco segundos más de lo normal. Qué hacer con ese tiempo (reflexionar sobre lo que estamos viendo o mirar con impaciencia la hora) es decisión de cada espectador. *** 23-1-2018


Bestias del sur salvaje (Beasts of the Southern Wild, 2012). Descripción impresionista de la vida en la bañera, un lugar alejado de todas partes habitado por outsiders del siglo XXI. La narradora es una niña filósofa de solo seis años y la historia avanza de forma tan libre como ella observa la vida: con ingenuidad no inmune al dolor, con optimismo no exento de dureza. *** 24-1-2018


I Spite in your Grave (1978). La historia es brutal: una joven escritora alquila una solitaria cabaña a orillas de un lago donde merodean cuatro degenerados que la violan y torturan hasta darla por muerta... Imposible ver esta película sin recordar el caso de "la manada" -como se hacían llamar los depravados que abusaron de otra chica en los sanfermines- solo que ésta es también una historia de venganza donde cada acto justiciero alcanza la categoría de rito. Una de las pocas cult movies del género con cualidades para merecerlo. ***1/2 25-1-2018


El francotirador (American Sniper, 2014). Clint Eastwood bucea en las turbias aguas de la Guerra de Iraq adoptando la mirada del francotirador Chris Kyle (Bradley Cooper), que liquidó a más de 160 personas -soldados, civiles y niños- para, presuntamente, proteger a sus compañeros marines durante la ocupación del país invadido por Bush ante la sospecha (infundada) de que allí había armas de destrucción masiva. La metáfora de los lobos y los corderos defendidos por el perro pastor define muy bien hacía donde se escora la película ideológicamente. En el plano formal, el viejo director hace gala una vez más de su dominio del tiempo, de su sobriedad inquebrantable, de un clasicismo muy raro de ver en el cine americano de nuestros días. Lástima que Eastwood renuncie esta vez al legado de John Ford -uno de sus maestros reconocidos-, y decida imprimir solo la leyenda, olvidando contar toda la verdad. **1/2 26-1-2018

Standby (2014). Dos jóvenes que en el pasado vivieron un intenso romance se reencuentran de forma casual 8 años después. No es demasiado original pero resulta agradable y tiene momentos aislados que concilian la emoción con una sonrisa. El recorrido por la noche dublinesa le otorga cierta personalidad. *** 27-1-2018


Nosferatu, vampiro de la noche (Nosferatu: Phantom der Nacht, 1979). Werner Herzog adapta el Drácula de Bram Stoker consiguiendo una estética tan peculiar como la lograda por Murnau en la versión de 1922. Inolvidables creaciones de Klaus Kinski como el inmortal y decrépito vampiro, y de Isabelle Adjani como la bella y etérea Mina. El castillo de Drácula es un inesperado montón de ruinas y toda la película parece atravesada por un ambiente mortuorio que cohabitan los vivos y los muertos. ***1/2 29-1-2018


Los exámenes (Bacalaureat, 2016). Un médico de mediana edad (Adrian Titieni) que ha educado siempre a su hija según principios éticos, acaba atrapado en una red de pequeñas corruptelas cuando la joven expresa su deseo de estudiar en el extranjero. Cristian Mungiu, autor de la necesaria 4 meses, 3 semanas, 2 días (2007), vuelve a denunciar las malas costumbres enquistadas en la Rumania postcomunista -aunque lo hace bajando algo el tono- en esta nítida exposición del gris estado de las cosas. *** 30-1-2018


Splice: Experimento mortal
(Splice, 2009).
En aras de dar vida a la hija que nunca tuvieron, una pareja de científicos (Adrien Brody y Sarah Polley) cruza la línea roja que separa a los investigadores genéticos de los émulos de Dios. Tras un arranque que quiere explicar demasiadas cosas, la película avanza mejor cuando entra en reposo y alcanza verdadera enjundia a partir del instante en que la singular familia se translada una casa escondida en mitad del bosque. Es fascinante, a partir de entonces, observar cómo esa criatura parecida a un extraño reptil va adoptando rasgos cada vez más humanos hasta llegar a intimar sexualmente con su padre adoptivo, en una inesperada fusión del complejo de Electra con el mito de Prometeo. ***1/2 31-1-2018

Mazinger Z: Infinity (Mazinger Z, 2017). En 1978 la serie Mazinger Z cayó a plomo sobre los escolares españoles. Era lo nunca visto: un enorme robot tripulado por un adolescente se enfrentaba cada sobremesa del sábado a los brutos mecánicos de un villano que pretendía dominar el mundo. Mazinger Z fue nuestro primer antihéroe, pues era vulnerable y sufría mil penalidades (aun recuerdo las pesadillas que tuve después de ver el primer capítulo) antes de salir victorioso de sus trifulcas, y tanto el Doctor Infierno como el Baron Ashler (¡qué personaje: mitad hombre, mitad mujer!) se convirtieron en la encarnación pura del mal. TVE canceló la serie ante la avalancha de protestas de padres, que la consideraban peligrosa para los niños por su violencia explícita y también porque -a diferencia de otros animes japoneses como Heidi o Marco- no era asexuada, ni ingenua ni candorosa. En fin, me he atrevido a ver el largometraje recién estrenado y prefiero apuntar solo un de cosas: es distinto lo complejo (la serie) de lo confuso (la película) y los mitos reposan siempre mejor en la memoria. ** 31-1-2018

martes, 2 de enero de 2018

Billy Wilder y la crónica de sucesos

"Es la Brigada de Homicidios. Han informado de un asesinato que mañana podrá leerse en las ediciones de la noche, lo dirán en la radio y se verá en la televisión porque una vieja estrella del cine está implicada; pero antes de que lo escuchen tergiversado y magnificado, antes de que los columnistas de Hollywood empiecen a escribir, quizás quieran ver los hechos. Los verdaderos". 



Así empieza El crespúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950), donde el fracasado guionista Joe Gillis (William Holden) narra la historia de su propia muerte desde el fondo de la piscina que siempre anheló tener. Billy Wilder elige un punto de vista insólito al convertir al fallecido en el mejor cronista de su tragedia, al tiempo que lanza una diatriba contra los gacetilleros de Hollywood, a los que niega la posibilidad de una versión cierta y rigurosa de los hechos. 

El propio Wilder trabajó como periodista de sucesos antes de dedicarse al cine. Era un mundo que conocía bien y al que dedicó dos de sus mejores películas: El gran carnaval (Ace in a Hole, 1951) y Primera plana (The Front Page, 1974). A juzgar por los resultados, los periodistas son para Wilder charlatanes, ambiciosos, frívolos y maquiavélicos. Aunque el tono de ambas películas sea muy diferente.

En El gran carnaval, Kirk Douglas interpreta a Chuck Tatum, reportero famoso en otro tiempo, que recala en el periodico local de una pequeña ciudad con la idea de recuperar su prestigio. Cuando un hombre queda atrapado en el interior de una vieja mina, Tatum encuentra la oportunidad soñada: explotar hasta el límite la trágica situación de la víctima y relatar en exclusiva su agonía, sobornando cada día a quien haga falta para dilatar el rescate y poder perpetuar la noticia en el tiempo. Una vez activadas las teclas de esa "gran historia de interés humano", la maquinaria mediática avanza sin freno y el suceso se convierte en la gallina de los huevos de oro. Con la exclusiva en su poder, Tatum vende más periódicos que nadie y alrededor de la mina abandonada llegan decenas de feriantes para entretener a las masas allí reunidas, ávidas de una curiosidad no precisamente sana. Al final, cuando el pobre indefenso muere, el circo se desmonta, los campistas se marchan y solo queda la basura desparramada. La película fracasó comercialmente, sobre todo en Estados Unidos. Demasiado dura, dijeron los críticos. Y casi nadie fue a verla.




Más amable pero igual de corrosiva, Primera plana es la adaptación de un famoso libreto de Ben Hetch y Charles MacArthur anteriormente llevado al cine por Lewis Milestone y Howard Hawks

En la primera secuencia, Wilder muestra a los periodistas jugando al póker en la sala de prensa de una penitenciaria, mientras en el patio los funcionarios prueban la horca donde va a ser ejecutado un reo. Uno de los reporteros les increpa: "¡Silencio!, así no se puede trabajar". Revelador punto de partida para esta genial sátira sobre el periodismo sensacionalista en la que Walter Matthau y Jack Lemmon encarnan, respectivamente, al director y al redactor estrella de un periódico de Chicago. El personaje de Matthau es la caricatura de un periodista grosero y manipulador que ha convertido el trabajo en su única vida -se jacta incluso de dormir en la redacción del periódico- y a Lemmon en el avispado reportero de verbo fácil incapaz de decir no cuando la noticia llama a su puerta. Ambos viven el periodismo como una religión, solo que utilizan medios ilícitos para obtener sus míseras exclusivas. El resto de personajes no son mucho mejores: los plumillas de la competencia son igual de mezquinos, los políticos son corruptos y los policías unos incompetentes. Solo dos mujeres (Susan Sarandon y Carol Burnett, que encarnan a las novias de Lemmon y del condenado a muerte) poseen dignidad en esta obra crítica y divertida, pero menos grotesca de lo que parece. Si John Ford oponía en su cine verdad y leyenda para representar las dos visiones de un mismo suceso, Wilder confronta la verdad con la crónica periodística.

(y añado: después de ver el tratamiento dado por algunos medios de comunicación al caso de Diana Quer y a otros parecidos, sospecho que Billy Wilder no exageraba demasiado. Solo los hechos comprobados pueden ser noticia. Lo demás es rumor o cuento).

Carlos Guiñales