martes, 2 de enero de 2018

Billy Wilder y la crónica de sucesos

"Es la Brigada de Homicidios. Han informado de un asesinato que mañana podrá leerse en las ediciones de la noche, lo dirán en la radio y se verá en la televisión porque una vieja estrella del cine está implicada; pero antes de que lo escuchen tergiversado y magnificado, antes de que los columnistas de Hollywood empiecen a escribir, quizás quieran ver los hechos. Los verdaderos". 



Así empieza El crespúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950), donde el fracasado guionista Joe Gillis (William Holden) narra la historia de su propia muerte desde el fondo de la piscina que siempre anheló tener. Billy Wilder elige un punto de vista insólito al convertir al fallecido en el mejor cronista de su tragedia, al tiempo que lanza una diatriba contra los gacetilleros de Hollywood, a los que niega la posibilidad de una versión cierta y rigurosa de los hechos. 

El propio Wilder trabajó como periodista de sucesos antes de dedicarse al cine. Era un mundo que conocía bien y al que dedicó dos de sus mejores películas: El gran carnaval (Ace in a Hole, 1951) y Primera plana (The Front Page, 1974). A juzgar por los resultados, los periodistas son para Wilder charlatanes, ambiciosos, frívolos y maquiavélicos. Aunque el tono de ambas películas sea muy diferente.

En El gran carnaval, Kirk Douglas interpreta a Chuck Tatum, reportero famoso en otro tiempo, que recala en el periodico local de una pequeña ciudad con la idea de recuperar su prestigio. Cuando un hombre queda atrapado en el interior de una vieja mina, Tatum encuentra la oportunidad soñada: explotar hasta el límite la trágica situación de la víctima y relatar en exclusiva su agonía, sobornando cada día a quien haga falta para dilatar el rescate y poder perpetuar la noticia en el tiempo. Una vez activadas las teclas de esa "gran historia de interés humano", la maquinaria mediática avanza sin freno y el suceso se convierte en la gallina de los huevos de oro. Con la exclusiva en su poder, Tatum vende más periódicos que nadie y alrededor de la mina abandonada llegan decenas de feriantes para entretener a las masas allí reunidas, ávidas de una curiosidad no precisamente sana. Al final, cuando el pobre indefenso muere, el circo se desmonta, los campistas se marchan y solo queda la basura desparramada. La película fracasó comercialmente, sobre todo en Estados Unidos. Demasiado dura, dijeron los críticos. Y casi nadie fue a verla.




Más amable pero igual de corrosiva, Primera plana es la adaptación de un famoso libreto de Ben Hetch y Charles MacArthur anteriormente llevado al cine por Lewis Milestone y Howard Hawks

En la primera secuencia, Wilder muestra a los periodistas jugando al póker en la sala de prensa de una penitenciaria, mientras en el patio los funcionarios prueban la horca donde va a ser ejecutado un reo. Uno de los reporteros les increpa: "¡Silencio!, así no se puede trabajar". Revelador punto de partida para esta genial sátira sobre el periodismo sensacionalista en la que Walter Matthau y Jack Lemmon encarnan, respectivamente, al director y al redactor estrella de un periódico de Chicago. El personaje de Matthau es la caricatura de un periodista grosero y manipulador que ha convertido el trabajo en su única vida -se jacta incluso de dormir en la redacción del periódico- y a Lemmon en el avispado reportero de verbo fácil incapaz de decir no cuando la noticia llama a su puerta. Ambos viven el periodismo como una religión, solo que utilizan medios ilícitos para obtener sus míseras exclusivas. El resto de personajes no son mucho mejores: los plumillas de la competencia son igual de mezquinos, los políticos son corruptos y los policías unos incompetentes. Solo dos mujeres (Susan Sarandon y Carol Burnett, que encarnan a las novias de Lemmon y del condenado a muerte) poseen dignidad en esta obra crítica y divertida, pero menos grotesca de lo que parece. Si John Ford oponía en su cine verdad y leyenda para representar las dos visiones de un mismo suceso, Wilder confronta la verdad con la crónica periodística.

(y añado: después de ver el tratamiento dado por algunos medios de comunicación al caso de Diana Quer y a otros parecidos, sospecho que Billy Wilder no exageraba demasiado. Solo los hechos comprobados pueden ser noticia. Lo demás es rumor o cuento).

Carlos Guiñales









No hay comentarios:

Publicar un comentario